Cuento: Lula y Hada Reflejo-1
LULA Y HADA REFLEJO
Un cuento de Carmen Rosa Aguayo (Parte 1)
Había una vez una niña que vivía en una casita del claro del bosque. Era alegre y divertida. Sus papás la querían mucho y la cuidaban muy bien.
Un
día que se estaba bañando en la poza del arroyo, se fijó en el
sauce, que estaba dentro del mismo cauce. Vio un pajarito posado en
una rama. Éste, saltó al viejo chopo, que estaba en la orilla y
finalmente, voló hacia un olmo. Unas crías lo esperaban en el nido
de aquel cálido árbol, un poco apartado. Lula, que así se llamaba
la niña, salió de la poza, se calzó y se acercó al árbol. El
nido estaba alto pero ella sabía trepar muy bien. Trepó, se asomó
con mucho cuidado, para no molestar a las crías y ¡oh, sorpresa!,
dentro del nido, ¡había un huevo de oro!
-¡Cómo
brilla! -exclamó.
Lo
cogió con cuidado y lo guardó en su bolsillo. Ya en su casa, buscó
una cestita de mimbre, le puso un pañuelo suave y lo colocó bajo la
lámpara. Sería su tesoro. No se lo diría a nadie. "Será mi secreto
-se dijo -los mayores buscan, a veces, el valor de las cosas
midiéndolas en monedas y este tesoro vale más que todas las monedas
del mundo juntas".
Lo
guardó muy bien y se quedó satisfecha. Cada día, Lula miraba con
curiosidad su tesoro. “¡Qué bonito es!” se decía encantada.
Lo
arropaba con el pañuelo y le daba calor con la lámpara. Luego, lo
guardaba a buen recaudo. Así, pasaron los días y a la segunda semana, una mañana soleada, Lula notó cierto ruido que procedía de
su cestita. Se acercó a mirar y vio que el huevo se movía
levemente.
¡Oh!
-se dijo asombrada -¡se mueve!
Se
escuchaban unos golpes dentro del huevo, como de alguien queriendo
salir.
-¿Será
un pajarito de oro? -se preguntó Lula.
De
pronto, el huevo comenzó a resquebrajarse. Alguien intentaba
agrandarlo para romper aquella envoltura dorada. Al poco, vio un pico
queriendo salir y detrás de él, unos ojos redondos y hermosos.
¡Vaya!
-exclamó Lula asombrada.
Por
fin toda la cáscara dorada se rompió dejando paso a una preciosa
ave del paraíso.
Lula,
no podía dejar de mirar. El pájaro estaba envuelto en un halo de
luz blanca que resplandecía con intensidad. De pronto, el ave
comenzó a transformarse y dentro de aquella esfera luminosa fue
apareciendo lentamente una persona diminuta.
-¡Es
una niña! -pensó Lula, -¡Que hermosa!
El
ave se había transformado en una pequeña hada, un poco sorprendida.
-¡Hola!
-dijo
-¡Hola!
-dijo la niña -¿tú quien eres? -preguntó.
-Soy
Hada Reflejo -dijo el hada.
-¡Vaya!
Y ¿de dónde vienes?
-Del
bosque -dijo.
-¡Ah!
Sí... -dijo la niña, que recordó el nido del herrerillo del Olmo.
-¿Qué
lugar es este? -preguntó el hada.
-Mi
habitación -dijo Lula -estabas en el nido del herrerillo, junto al
arroyo y...
-¡Ah!
Sí, ya me parecía a mi que esto no es un árbol del bosque.
-¿Por
qué estabas en ese nido?
-Posiblemente,
debí caerme de más arriba, no sé, no importa, las hadas nacemos en
cualquier lugar del bosque y muy cerquita de nuestra “protegida”
-contestó Hada Reflejo.
-¿Qué
significa “nuestra protegida”? -pregunto Lula.
-La
niña que venimos a proteger, a estar con ella hasta que se pase su
problema. -respondió el hada.
-¡Ah!
Esa debo ser yo, pues, yo era la que estaba más cerca... Pero, ¿Cuál
es el problema?
-¡Pues
alguno que te debe estar rondando por la cabeza! ¡Tú sabrás! Yo
vengo a ayudarte con él. -dijo el hada.
-Pero...,
¡si yo no tengo ningún problema!
-¡Vaya!
Esto es más grave de lo que esperaba. Creo que he caído en un lugar
equivocado.
-¡Anda!
Pues debe ser que al coger el huevo, impedí que llegaras a tu
protegida -dijo Lula, sintiéndose un poquito incómoda.
-Tal
vez, puede ser...
-¿Y
qué hacemos ahora?
-¡Buscarla!
Hemos de saber cuanto antes a quien debo ayudar y proteger. Tal vez
me necesite.
-Está
bien. Te acompaño. ¿Por dónde empezamos?
-Preguntemos
a los árboles del bosque, -dijo el hada -ellos sabrán decirnos.
Junto
al arroyo, estaban el sauce, el chopo y el olmo. El sauce, dentro del
agua, el chopo en la orilla y el olmo, un poquito más apartado. Los
tres formaban un rincón muy especial junto a la poza.
Preguntaron
al sauce, pero éste estaba tan entretenido con la corriente de agua
que bañaba sus pies, que no sabía nada. Preguntaron al chopo que,
igualmente, dijo que el sonido del viento en sus hojas nuevas, lo
tenia embelesado y no había prestado atención. Finalmente,
preguntaron al viejo olmo que,apartando sus ramas, les indicó el
nido de los herrerillos.
-Ellos
saben el secreto -dijo con voz grave y volvió a silenciar.
Los
herrerillos iban y venían trayendo insectos al nido. Las crías
piaban sin cesar. Los herrerillos, siempre dispuestos, las condujeron
a un claro del bosque, donde el arroyo se remansaba. Allí, había
una anciana vestida de blanco, con los cabellos también muy blancos
y la cara muy luminosa.
La
niña y el hada se acercaron a la anciana y le preguntaron si sabía
el secreto de Hada Reflejo. Ella les contestó con dulzura.
-¡Claro!,
pequeña. El hada Reflejo es tu protectora.
-¡Pero,
si yo no tengo problemas! -dijo Lula.
-No
tienes problemas porque no has mirado. Mira bien y te darás cuenta
de que algo te ocurre. Hemos escuchado tu voz y también tu llanto en
la noche, mientras dormías.
-¡Vaya!
¡Es cierto! -dijo la niña – A veces me despierto muy triste y
asustada... Entonces, llamo a mi mamá, pero ella, no viene porque
está muy cansada y no me oye...
Y
añadió dirigiéndose a la anciana:
-¿Y
tú cómo lo sabes?
Continuará...
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