Cuento: Lula y Hada Reflejo-2





Lula y Hada Reflejo-2

Un cuento de Carmen Rosa




-¿Y tú cómo lo sabes?
-Yo soy La Maga del Bosque. Los habitantes del bosque te queremos ayudar. El hada Reflejo será tu guía. Con ella descubrirás qué te ocurre.
-¡Anda! -dijo el hada, -pero, ¡si yo no sé cómo hacerlo!
Ahora, la Maga se dirigió a ésta:
-Piensa en tu nombre y encontrarás la clave -dijo -igual que conocías tu nombre al nacer, conocerás en cada momento como ayudar a Lula, la niña de los sueños tristes.
Y dicho esto, la Maga del Bosque se rodeó de un halo de luz y desapareció caminando por donde se perdía el río. Luego, una mariposa blanca revoloteó mientras soplaba un viento suave.
Lula y Hada Reflejo regresaron contentas por aquella magia, pero preocupadas porque debían descifrar el secreto de los sueños tristes.
-¡Ya lo tengo! -dijo Hada Reflejo -esta noche cuando te quedes dormida, te observaré muy de cerca y miraré tu sueño.
-¡Vale! -dijo Lula -así sabremos de donde vienen y por qué son tristes mis sueños.
Y así lo hicieron. Cuando Lula se quedó dormida, el hada se dispuso a observar. Pero, el sueño triste de Lula tardaba en llegar y al hada se le cerraban los ojillos. Hasta que finalmente, esta también se quedó dormida.
Entonces aparecieron siete duendes muy pequeñitos que se reunieron junto a la cama de Lula. Sentados en círculo, hablaban muy bajito. Al parecer tenían un problema. Estaban muy preocupados y algunos de ellos lloraban. Lula comenzó a agitarse en sus sueños, se contagió de la tristeza y tras varios gemidos, rompió a llorar. El ruido despertó al hada y en ese momento, los duendes ¡fiuuun!, desaparecieron corriendo.
Entonces, Hada Reflejo abrazó a Lula amorosamente. Ella sabía que, en este momento, solo podía hacer esto. La niña se tranquilizó y luego preguntó al hada:
-¿Qué ha pasado? ¿Qué averiguaste?
-¡Me quedé dormida!
-¡Oh!
-Pero..., escuché unos ruidos extraños al despertar, como de ratones corriendo para no ser vistos...
Pasaron el día juntas, tratando de resolver el enigma. A la noche siguiente, repitieron la vigilancia. Cuando Lula se durmió, Hada Reflejo, se quedó muy cerquita de ella, observando sus sueños. Pero, esta vez, un herrerillo le había soplado una idea al oído y ella la llevó a cabo:
"Conviértete en búho y como es un ave nocturna, no te dormirás."
Y así fue. Con un solo pensamiento deseó ser búho y su deseo se hizo realidad al instante. Voló hacia la ventana y se quedó en el alféizar, muy quieta, con los ojos muy abiertos. Entonces vio cómo de varios rincones de la habitación fueron apareciendo siete duendes diminutos. Se sentaron en círculo, muy cerca de la cama de Lula y comenzaron a hablar. Vio que estaban muy tristes y preocupados. Aguzó el oído y trató de escuchar lo que decían.
-Es un asunto muy difícil de resolver -decía uno de los duendes.
-Hoy he preguntado al resto del poblado y nadie ha descubierto nada nuevo -dijo otro.
-¿Dónde pueden estar nuestros pequeños? -dijo una duende mientras se enjugaba una lágrima -no podré soportarlo mucho más...
-Tres semanas han pasado ya y no hay ni rastro de ellos.
-La Anciana Mayor dice que solo con la ayuda de una niña humana, podremos encontrar a nuestros hijos desaparecidos.
-¿Crees que esta niña podría ayudarnos? -pregunto otra duende.
-Sí. Solo ella puede hacerlo.
-¿Y cómo?
-No lo sé. Puede asustarse si nos ve. Es un enigma que hay que resolver cuanto antes.
Luego, los duendes se retiraron con gesto preocupado y desaparecieron por distintos lugares de la habitación de Lula.

A la mañana siguiente, Hada Reflejo le contó todo lo sucedido a la niña que quedó muy asombrada.
-Pero... ¿cómo pedo ayudarlos? Yo no sé nada de los duendes perdidos!
-¡Pues, lo averiguaremos! -dijo el hada -lo primero que haremos será sorprenderlos esta noche.
-Se asustarán mucho.
-Lo haremos con cuidado.
-¿Cómo?
-Así...
El hada le habló al oído a Lula y ésta asintió sonriendo.



 Cuando llegó la noche, la niña se fue a dormir como cada día y el hada se convirtió de nuevo en búho. Al poco, los duendes comenzaron a salir y a reunirse junto a la cama de Lula. Formaron un círculo y disertaron sobre la solución de su problema.
Entonces, Lula, que había fingido el sueño y estaba muy quieta en su cama, comenzó a sollozar como cuando lo hacía en sueños. Los duendes, acostumbrados, no le hicieron caso, bajaron el tono y continuaron hablando.
La niña comenzó a gimotear y decir palabras sueltas. Lo hacía muy bien, parecía que realmente estaba dormida. El hada se acercó revoloteando a la cabecera de la cama y comenzó a ulular, tal como habían planeado ambas. Los duendes prestaron atención.
El búho habló a la niña:
-¿Qué te pasa pequeña?
Los duendes se quedaron expectantes, mirándose sorprendidos, pero no se movieron, los búhos son aves muy respetadas por los duendes. Lula, contestó, como si hablara en sueños:
-Que estoy triste...
-¿Por qué?
-Porque quisiera ayudar a alguien y no encuentro a quién...
-¿Quieres ayudar a alguien?
-Sí. Me gustaría mucho...
La niña fingía llorar.
-¿Crees que podré encontrar a alguien que me necesite? -dijo al búho.
-Es difícil... -dijo éste, guiñando un ojo a la niña sin ser visto.
En ese momento, los duendes se miraron y asintieron con la cabeza. La mayor del grupo, se levantó y se acercó a la cama.
-¡Eh! Búho...
-¿Si?
-Nosotros podríamos ayudar a esta niña.
-¿Si?
-Necesitamos que ella nos resuelva un enigma.
En ese momento, Lula se incorporó en su cama, asintiendo con una enorme sonrisa.
-¡Claro! -dijo -¡yo puedo ayudaros!
Todos soltaron un profundo suspiro. Habían estado reteniendo el aliento. No querían que ningún humano los viera, pues, podían apresarlos y maltratarlos. No sabían que hay humanos de buen corazón.
Lula se levantó de la cama y se sentó con ellos en el suelo. El hada se quedó en el alfeizar de la ventana hasta que los duendes se confiaran un poquito más.
-Veamos, -dijo la niña -¿Cuál es la situación?
-Hace unas semanas nuestros hijos pequeños desaparecieron y no sabemos dónde están -le contestó la duende mayor.
-¿Cómo ocurrió?
-Estábamos celebrando la fiesta de Primavera, organizando, bailando, comiendo...
-Ya veo. ¿Y qué hacían los niños?
-Jugaban en la pradera. Cuando acordamos, ya no estaban, habían desaparecido. -dijo la duende.
-Ahora, estamos muy preocupados -dijo otro -los hemos buscado por todas partes y nada.
Lula se quedó muy pensativa tras escucharlos y luego resolvió:
-Mañana temprano, iremos a esa pradera. Y luego, preguntaremos a la Maga del Bosque.
En ese momento, Hada Reflejo aprovechó para hacerse notar y dejar su forma de búho.
-Estoy de acuerdo -dijo.
Los duendes se miraron esperanzados, se retiraron contentos y todos se fueron a dormir.
Lula despertó alegre, desayunó pronto y salió con Hada Reflejo a la pradera. Miraron y remiraron por todas partes. No había ningún rastro de los pequeños. Nada que les diera un pista.
-¡Hada! -dijo -¡Vamos a preguntarle a la Maga del Bosque!
Sin pensarlo dos veces, Lula salió corriendo hacia el claro donde habían encontrado a la Maga la última vez. Pasaron junto al arroyo, el sauce, el chopo y el olmo y por fin, llegaron al claro del bosque.
Una mariposa blanca revoloteó sobre sus cabezas.
Las dos comenzaron a llamar muy suavemente a la Maga, sabían que los gritos no le agradaban. Solo acudiría con voces suaves.






Continuará...

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