El primer rayo de Sol es el más impresionante

Amanecer desde el Torcal. Al fondo La Maroma (Sierra Tejeda-Almijara)



Esta mañana, he visto amanecer desde el Torcal y las sensaciones han sido muy hermosas. El torbellino de mis pensamientos, que últimamente no me daban tregua, pudo, al fin, aquietarse ante tanto esplendor. En el Torcal, la calma regresa por si sola, con el simple hecho de la contemplación. La brisa, fresca y agradable de la mañana, me hizo embutirme en mi sudadera polar y así conseguir un poco de calor. Tras una pausada espera, el primer rayo hizo su entrada, asomando tímidamente por las sierras del Rosario. Fue un momento mágico. Poco a poco, fui notando el calor sobre mi rostro que iluminado, sentía, ya, igual que mi cuerpo un bienestar en aumente progresivo. Sentada sobre las rocas de esta parte de la sierra, me sentía acogida por aquel paisaje solitario, por las piedras, que me rodeaban y servían de abrigo, la vegetación, el colorido..., reflejando todo, la cálida luz del amanecer. Por un momento, parecía que el mundo se había confabulado para el bienestar. Una cabra montés asomó la cabeza a varios metros de mi. Tras observarme un rato sin mover un solo músculo, se fue tranquilamente ignorándome. Luego, dio una carrera y se subió a los riscos de enfrente, uniéndose a las otras.
Tal vez, lo mejor ha sido cuando han pasado las rapaces muy cerca de mi puesto. Su vuelo lento y majestuoso, me ha producido una sensación de sosiego. Entonces, me he sentido parte de la Naturaleza. 
La luz nos envolvía a todos y cada uno de los seres y elementos que aquí estábamos, todos en comunión con el espectáculo natural. Y ocurre. Es entonces cuando el goce se transforma en plenitud. No necesitas nada más. No hay nada que hacer. Todo está bien y completo. Se produce la paz interior y se transforma en una quieta alegría de vivir, que te nutre para toda la jornada.
Cada día un amanecer, cada día un regalo.






































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