Lula y Hada Reflejo-5


Lula y Hada Reflejo-5
Un cuento de Carmen Rosa






Se concentraron con atención, rechazaron los pensamientos negativos y poco a poco se fueron elevando. Tomaron altura para observar toda la zona. Y pronto divisaron las aves, no muy lejos de allí. Estaban posadas en unas grandes rocas y parecían dormir. Los duendes niños estaban agrupados en un claro rodeados de un círculo de piedras y también dormían.
Hada Reflejo, que era muy rápida en su vuelo, se adelantó un poco, y retrocediendo luego, alzó la mano. Con un gesto hizo que le siguieran y descendieran en un claro del bosque.
-¿Qué ocurre? -preguntaron varios.


-Son muchas aves. No podemos luchar contra tantas a la vez. Tal vez sea mejor esperar a que se marchen algunas.
-Es cierto, son demasiadas para nosotros.
-Atacaremos más tarde, cuando haya un número que podamos afrontar.
-En algún momento levantarán el vuelo para ir a comer. Esperaremos escondidos y atacaremos, entonces, a las que queden con nuestros hijos.

Todos estuvieron de acuerdo. Al poco tiempo de esperar vieron como las aves se marchaban por bandadas y desaparecían en el horizonte.
Algunas de ellas quedaron con los niños duende. Entonces, la comitiva volvió a centrarse en silenciar la mente y levantar el vuelo, dirigiéndose hacia el lugar donde estaban sus hijos.
En el momento oportuno, Hada Reflejo hizo una señal y se lanzaron todos a gran velocidad hacia abajo, en busca de las aves guardianas.
Al verlos llegar los niños lanzaron gritos y las aves los descubrieron. Alzaron el vuelo y se entabló una lucha entre ambos bandos. Los duendes y Lula se enganchaban del cuello de las aves y las hacían caer al suelo. Las aves los picoteaban en todas partes pero los duendes eran más fuertes y finalmente consiguieron la victoria.
No tardaron mucho en conseguirlo, al poco rato, habían logrado reducir a las aves guardianas. Los duendes las sujetaron por el cuello a unos troncos de madera con unas cuerdas fabricadas por Hada Reflejo con su varita.
Una vez bien sujetas, liberaron a sus hijos, al fin, que saltaban de alegría y se abrazaban a sus padres emocionados. Abandonaron el lugar con rapidez, antes de que regresaran las otras aves. Y lo hicieron también ahora, concentrándose en el vuelo. Cada duende cogió a un pequeñín.
-¡Agárrate fuerte -les decían – ¡vamos a volar!

Y así, fue como pronto regresaron a casa.
Se detuvieron en la poza, junto al sauce, del arroyo, cerca del chopo y del olmo. Se abrazaron, se felicitaron agradecidos por la aventura vivida y se prometieron que nunca más descuidarían la atención de sus pequeños niños.
Entonces, Iona se dirigió a Lula y al hada:
-¡Adiós! Amigas -dijo – os estamos muy agradecidos a las dos por vuestra generosa ayuda. Nos habéis ayudado a confiar en los seres humanos de buen corazón. Y, lo que es más importante, en nosotros mismos.
Hemos aprendido una lección y si algún día, necesitáis nuestra ayuda ya sabéis donde encontrarnos.
-¡Sí, sí! -dijo Lula emocionada.
-Solo habréis de dar un suave silbido, tres veces repetido, en esta poza, junto al sauce, el chopo y el olmo. Nosotros responderemos a la llamada pues estos árboles son la entrada secreta al mundo de los duendes.
Así, se despidieron con gran respeto y emoción pues sentían que había nacido una gran confianza entre ellos y una hermosa amistad.
Los duendes se fueron dispersando con sus hijos y desaparecieron por los lugares más escondidos del bosque.
Lula y Hada Reflejo se miraron emocionadas y se dieron un fuerte abrazo.
-Ya solo nos queda -dijo el hada -hacer desaparecer a la niña “reflejo” que hice para sustituirte. ¿No querrás que haya dos Lulas?
-¡Es cierto! ¡Vamos rápido, que tengo muchas ganas de abrazar a mis papás!

                                                              
Continuará...



Comentarios

Unknown ha dicho que…
Tu blog es genial. Está muy bien hecho. Intentaré metern¡me tos¡das las veces que pueda.

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